La canícula se le hace insoportable en agosto, sobretodo por las noches. Ni siquiera con una ducha justo antes de echarse a dormir consigue librarse de la pegajosidad, que no contenta con humedecer su camiseta, ofusca también sus ideas. La lectura deviene tarea agotadora con las bragas pegadas al culo; y si enciende el portátil los muslos terminan abrasándole… Diez minutos después, el sudor empieza a perlar su rostro sofocado, así que termina por apagar la luz.
Canícula_perlar_ bienestar
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