Este texto se lee con la canción de fondo, a partir del segundo ocho, rápido y con el volumen alto.
Continuaban corriendo cuesta arriba. «Desabróchame la camisa que me aso…» «Son mías, suspiró hundiendo su rostro sobre los pechos de ella». La agarró fuerte para que no se cayera. Como un niño, que corre tras un balón calle abajo, en vez de coches y transeúntes, evitaba como podía la pila de periódicos, la basura del segundo a, y la del tercero b. «Corre por dios, mira delante.» «Ya lo hago, joder, o no lo ves?». «¿¡Por qué cojones no puedo quitarte el cinturón?!.. Te tengo, jajaja». «¿Quieres volverme loco? ¡Saca esa mano!». «Me estoy poniendo muy mala, cuántos nos quedan?». «Cállate, anda».
«Uno, ya estamos». «Corre, bésame por dios, házmelo ya…». «¿Tienes las llaves..?» «Mierda, las llevas tú ¿no?». «¿Yo?» «Te las di en el bar». «¿Pero qué dices, joder?!» «En el coche, en la guantera». «Joder joder joder; pues hagámoslo aquí». «Se despertarán todos, ¿estás loco?». «Ayer sudabas de los vecinos» «Imbécil» …. «Vuelvo enseguida». Como una liebre bajaba escopeteado los más de trescientos escalones hasta tropezar en el segundo……………………………Poff.
A las ocho de la mañana les despertó las voces de la vecina del quinto: «¿Hay alguien ahí? «Juanjo, despierta joder, la pesada del quinto ya se ha enterado; en nada vendrán a sacarnos de aquí».